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Reproducimos a continuación el Pregón  Madrugada 2014, a cargo de JUAN DE DIOS COLMENERO AVILA  el pasado día 15 de marzo de 2014 en el Teatro Darymelia de Jaén

PREGÓN NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO 2014

Decidme si no es a Dios al que veis

Decidme si no es a Dios al que veis cuando aparece primero Su sombra, luego Su paso, luego Su Cruz, luego Su cara.

Decidme, si no es a Dios al que veis cuando contempláis sus manos soportando nuestros castigos, cuando Tú túnica esconde el sufrimiento de un cuerpo latigado que quiero hacer mío.

Déjame que te acompañe, Señor, y seguir a Tú lado.

y seguir y seguir por tus calles de Jaén mientras trato de descifrar todo el misterio de ese largo camino hacia el Cielo.

Decidme, de verdad, si no es a Dios al que veis cuando se acerca leeentamente mientras los ojos de tu pueblo lloran el sufrimiento, pero agradecen tu presencia y bendición.

Déjame ver tu rostro. Tú Santo Rostro, déjame ver más de cerca tus ojos que rezan en mí.

Déjame verte otra vez entre los ojales de mi caperúz, o sentirte un año más entre los varales de madera de tu inmenso trono.

Déjame verte, quererte y rezarte Nuestro Padre Jesús.

Decidme si no es a Dios al que veis

Al DIOS DE JAÉN

Quiero comenzar dando las gracias a Encarnación, y devolver  el mismo afecto y cariño que ha volcado en sus palabras. Gracias Encarnación. Te has ocupado y preocupado por buscar algo sobre mí. Y te lo agradezco de corazón. Has honrado este atril como pregonera, lo hiciste el año pasado, como honras tú vida y pasión por Nuestro Padre Jesús y tú Virgen del Rocío. Gracias

Y me asomo a este balcón privilegiado para intentar contaros lo que en realidad  vosotros bien sabéis, y habéis sentido mejor que yo. Y me asomo muy honrando y agradecido, Agradecido al Hermano Mayor, a la Junta de Gobierno y a mi querido amigo Ciriaco González. Ciri, tu apoyo ha sido mi aliento. Gracias. Y  Tal y como seguro han repetido desde esta tribuna otros  hermanos pregoneros me habéis concedido uno de los mayores privilegios y honores para un cofrade. Pronunciar el Pregón de Madrugada.

Y ante TI estoy, Señor.  Un pregón que quiero sea un diálogo contigo, Dios y Señor de Jaén. Jesús de los Descalzos. El Dios al que Jaén reza simplemente contemplándolo. La contemplación como forma de oración. Me has enseñado. Has enseñado a Jaén que con el silencio tú hablas y No hay locura más hermosa que hablar sin palabras...

Y no es un sueño, es verdad, que a mí me pasa, que el Señor a mí me habla en la madrugada más soñada. O debajo de tu trono, Jesús,  o a través de las expresiones de Tú pueblo que contemplo desde los respiraderos bajo tu paso,  o ante la luz de la vela que te alumbro de nazareno, o en tu santa casa de la antigua Iglesia-Convento de San José, o en cada rincón, calle o plaza de nuestra ciudad.

VIVENCIAS PERSONALES

Como olvidar y no tener presente la trayectoria de sentimientos profundos y personales que me han hecho unirme a TI para siempre.

 Apenas era un chiquillo que no llegaba al borde de la mesa camilla de mi casa cuando tengo conciencia de la primera vez que Te vi. Mi madre terminaba de coserme el día anterior, tan generosa siempre mi madre, una túnica heredada del tamaño de un mico. El ritual de la túnica: limpiarla, quitar la cera, plancharla, coserla,  ajustarla. Siempre muy nervioso: El escudo, los guantes, la medalla, el cíngulo y el capirote. El de cartón, el  de la tienda de Cámara, de esos que del uso tenía una de las grapas medio sacadas que te hacía compañía durante el recorrido. Pero No me importaba, nada me importaba en ese momento. Sólo quería que llegara la hora    

Ritual y protocolo que lo viví con la ilusión de un niño de 5 años, sin detenerme en el vendaval de sentimientos que se avecinaban a lo largo de los siguientes años de mi vida.

Esa noche apenas podía conciliar el sueño mientras escuchaba desde mi cuarto el resonar de los tambores y cornetas de la procesión de los civiles camino de S. Ildefonso para su encierro.  Pasaron sólo unas horas, que se tornaron interminables, y al despertar con mi túnica negra y mi cíngulo amarillo y como si no existiera el mañana me baje y me planté en la puerta de la calle. De la Plaza de las Palmeras.

Y entonces ocurrió. Iba de la mano de mi tío, Fernando Colmenero Moreno, que tantos años de su vida te ha dedicado a Ti, y a nuestra Cofradía. Iba de su mano, alcé la mirada y Te vi.

 Mi obsesión en ese momento era encender la vela, meterme en la fila y correr a acompañarte, pero al poco tiempo descubrí que tú Grandeza y Tú Amor de ese preciso instante, de ese preciso momento, se me había clavado de tal manera, que ya no podía dejar de acompañarte nunca más en mi vida.

Con la inocencia de un niño, Jesús,  quiero seguir viéndote.

Con la mirada de un muchacho limpia, sin pasado y con el mayor de los presentes. Así me estoy presentando hoy  ante Ti. Y pidiéndote Perdón, perdón por alejarme en ocasiones, perdón por no recordar que siempre estás ahí. Perdón por el sin querer. O por no darme cuenta de tu preocupación, de  tu peso, de tu anhelo, de tu compañía. Perdón por mis flaquezas. Con la inocencia de un niño quiero seguir viéndote, como el día en que te conocí.

Y Así fue. Así te conocí. Y aquí me tienes. Y Por el camino fue creciendo mi fe, mi devoción y mis ganas de seguir contigo. El ritual de viernes santo se repetía cada año. Recuerdo también escenas y momentos con mi padre, Juan de Dios Colmenero Moreno. Mi padre, Señor. No conozco a ninguna persona que sienta a Jaén con tanto amor y pasión como él. Amor a su Jaén. Su historia, sus tradiciones, sus costumbres y el recogimiento en su particular oración hacia TI. Cada año cuando pasas por delante de casa, mi padre se levanta, (yo lo observo y él a mí no) permanece de pie, te mira, te contempla, te reza, pero justo cuando estás delante de él, baja la mirada y agacha la cabeza en señal de respeto, de admiración. Para él queda ese torbellino de amor y generosidad que desprendes  cuando pasas. 

Como olvidar, ya en mi etapa de juventud, acompañar por los barrios añejos de nuestra ciudad a aquellos cofrades que a mediados de los 80 rememoraban horas antes de Tu salida procesional el “cucharillas y cucharones”. Me lo explicaban en ese momento. E intentaba enterdrlo. "Aquí, en este sitio (me decían) en una esquina de la calle San Clemente, donde nace Espartería , había una modesta casa hasta la que cada Madrugada llegaban los toques de las cucharillas y cucharones con los que la cofradía se apostaba ante el callejón de los Berberiscos para llamar a Antonio el Herrero para que cumpliera, un año más, su dichosa, bendita misión de sacar a Jesús a las calles de Jaén.

Toques descarnados y en ocasiones desentonados. Pero que yo apreciaba como el anuncio de una noche de pasión. Que nadie se despiste!!...que el pueblo entero lo sepa,  que en pocas horas sale Jesús un año más para iluminar nuestras almas y las calles de Jaén.

Como olvidar los desayunos al alba en mí casa cuando la procesión llegaba a San Idelfonso. El chocolate, la magdalena, el hornazo. Un pequeño  tente en pie que ofrecían generosamente mis padres a nazarenos, promitentes, músicos, autoridades, monaguillos, a todo el que quería tomarse unos minutos antes de proseguir la marcha. O las refriegas con colonia que se deban en los pies las cansadas camareras. Recuerdos de mi casa, al alba en viernes santo. Pocos minutos, muy pocos, pero sufientes para que se siguiera hablando TI, de cómo ibas ese año de hermoso. De cómo había emocionado el Encuentro, o TÚ paso por los cantones, o de la saeta de Charo o de Valderrama. Para hablar de TI y como no de nuestra tierra. De su gente y de su historia.

Hace pocos días precisamente me decía el hijo del gran Juanito Valderrama, su hijo Juan, me decía y me recordaba la pasión de su padre por nuestra tierra y por Ti,  y me hacía llegar una saeta inédita que escribió y cantó Valderrama a Nuestro Pdre Jesús:

Jaén, altivo y legendario,

como eterno relicario,

guardas la cara de Dios,

que iba subiendo al calvario,

lleno de sangre y sudor.

Vas pendiente de la cruz,

Cristo de la tierra mía,

en tu cara hay una luz

que a los jaeneros nos guía.

Y Seguían pasando los años y seguía creciendo mi FE y mi admiración por Ti. Llegó uno de los momentos más anhelados y de los que me siento más orgulloso, agradecido y honrado. A Ti y a nuestra Cofradía. Llegaron los años cercanos a la mayoría de edad y con ella el poder cargar sobre mis hombros primero a Tú Madre, a María Santísima de los Dolores, y después a Ti.

Tu Madre, Señor,  la que aglutina esos valores que siempre has reservado para  ella : humildad, santidad, servicio. Pureza de corazón, sencillez, amor a Dios, paciencia, desinterés en sí misma, tolerancia, resistencia al dolor…Casi nada, María Santísima de los Dolores.  Ella tiene todas las virtudes que en general el ser humano debiera tener para entrar en el reino de los cielos.

Diez años, Santísima Virgen de los Dolores bajo tu palio, bajo tu trono, antes de que me llevaras al de tu Hijo e intentando empaparme de Tú generosidad. 

Tu rostro doloroso se abraza a un grito de perdón María Santísima de los Dolores

Abierta llevas la herida que por nosotros padeces. Déjanos ayudarte a soportar ese castigo.

Y clavado sigue el puñal, y

con el alma desgarrada nos enseñas el camino de tu Hijo, sufres como Él.

Sufres por Él, sufres por nosotros

pero en el fondo de Tus ojos se vislumbra una esperanza:

La de estar en ese momento pisando el camino hacia el cielo

Es Ella. Es nuestra Virgen.  María Santísima de los Dolores!!!

Y que contar de la experiencia y sentimientos bajo tu inmenso trono, Señor.

Eso, en realidad queda para Ti y para mí. Es la parte más íntima de mi relación contigo. Es, ese momento en el que te digo las cosas al oído y tengo la sensación de que mes escuchas más de cerca.

Es un acto de soledad, pero al mismo tiempo el más colectivo: cabeza sobre espalda de mi hermano promitente haciendo que 42 almas sean durante un tiempo, una sola fuerza, un sólo aliento.

 No puedo dejar de compartir, en cualquier caso, algunos momentos con los que me has premiado. El encierro de 2009 en la catedral, Tú último encierro antes del traslado al Camarín, o Tú primera salida histórica al año siguiente desde Tú recuperada Casa. Dos privilegios más, Señor, irrepetibles, que no me merezco, pero que no olvidaré.

Nunca, en mis años de promitente, me había ocurrido algo igual: Séptimo turno, plaza de la Constitución, y nuestro fabricano nos dice: señores, amenaza lluvia, nos espera María Santísima de los Dolores, San Juan y la Verónica en la Plaza de Santamaría. Es la última llegada de Jesús a la Catedral. Si se cumplen los pronósticos, nos dijo,  ya sabéis lo que tenemos que hacer. Y nadie dijo nada. Nadie quería que ocurriera, lo que finalmente ocurrió. En la carrera, y después de recrearnos, sólo unos metros, apreció la lluvia, leve, muy leve, pero apareció. Y tal y como nos acababa de decir el fabricano, todos sabíamos lo que teníamos que hacer.

Y Fue mágico. Comenzaron brotar lágrimas de compañeros que expresaban en voz alta sus sentimientos. Y se contagiaban. Todos nos contagiamos. Llovía por fuera, pero también llovía por dentro. Corríamos hacia la Catedral. Y ese año no fuimos nosotros los que te llevamos, Jesús, fuiste Tú. Ibas sólo:... Antonio, el compañero que llevaba en el varal a mi izquierda, repetía en voz alta su particular historia contigo. Su particular oración contigo que quiso compartir. Con la enfermedad y la recuperación incluida que había sufrido. Y sólo tenía palabras de agradecimiento. Rezaba y todos rezábamos con él y contigo.

Entramos en la Catedral. Se hizo el silencio y allí Te dejamos. Cerca del que era Tú Altar, junto a Tú Madre. En tú última entrada por la Puerta del Perdón. Los abrazos con el fabricano y entre nosotros fueron Tú despedida y lo decían todo.

Y así Cada año, Señor, esperando el maravilloso y bendito ritual bajo tu paso lento y jaenero, acordándome de aquellos promitentes que ya nos están con nosotros como mi primo Paco Colmenero. Vivencias que comparto cada años con mi inseparable amigo Manuel Jiménez o con Fernando o con todos mis hermanos promitentes que sólo buscan con devoción compartir un millonésima parte del peso de Tú Cruz.

Entre los respiraderos, debajo de trono, vemos a Tú pueblo, y vemos en ellos, hombres, mujeres, niños, ancianos. Jaeneros de toda clase y condición. Vemos en ellos el reflejo de Tú rostro y nos hablas, y rezamos a través de ellos.

Vivencias, Pasión y Fe, que ahora como ves intento transmitir a mis hijos, Alicia y Juande cada día. Desde mi pequeño, el mayor, Juande, aunque sigue siendo pequeño, se empeña en acompañarte y alumbrarte de principio a fin. No sin mostrar a veces, como sabes, la frustración propia de un niño: Papá este año tampoco salimos por la dichosa lluvia.

Y agarrado quiero seguir, Señor a esas vivencias y sentimientos.

Es mi alimento

Déjame que siga haciéndolo, porque contigo sigo viviendo

Quiero ese peso, quiero más peso bajo Tú trono y quiero compartirlo con mis hermanos promitentes. Déjame que siga haciéndolo, porque sólo contigo sigo viviendo.

EL RECORRIDO. JESÚS Y SU VIA CRUCIS POR JAEN 

Y en la Madrugada más inmensa, Iniciemos el camino. Quiero acompañar y que Acompañemos con este Pregón hoy a también a Nuestro Señor por las calles de Jaén. Jaén  entero entregado a TI, Jesús de los Descalzos. Las calles convertidas en Tú vía crucis camino del calvario. Con los entresijos, Entre el perfume del incienso, la luz de las velas y siempre el calor de Tú pueblo.

Porque es Jaén, Señor, Jaén, quien te quiere y quien te tiene.

Es Jaén quien muere contigo y contigo mira al Cielo.

Es Jaén quien siente en sus hombros el peso de tu Cruz.

Jaén en Viernes Santo. Porque en Jaén, Jesús sale el Viernes Santo, también en la Madrugada, pero no nos ha importado tanto la hora a lo largo de los años. El concepto es casi prestado, como tantos otros, que por puesto no rechazamos, hacemos nuestro, pero la historia ha dejado huella en ese concepto que para los jienenses ha sido siempre el Viernes Santo. Porque ese era el día de Nuestro Padre Jesús.

Llega la hora!!

 Y se abren las puertas de Tú Casa. Tú santa casa del convento iglesia de San José que recuperaste no hace mucho y que ha sido siempre tuya. Carrera de Jesús.

Ahí sales. Grande. Glorioso, iluminando la noche. Reflejando Tú sombra en la fachada del Camarín. Que suene y que vuelva a sonar el himno del maestro Cebrián. No me canso, Señor. Nunca me cansaré de escuchar Tú himno. Fue hecho para Tú. Y tuyo es. Y como Tuyo, ese himno universal para los jaeneros, es también nuestro, de todos.  Sin renunciar nunca a todos aquellos que con devoción y admiración te han escrito y compuesto otras notas para Tí.

Los primeros vivas jaeneros en la puerta del Santuario, sólo cuando presienten Tu salida. Apenas ven el extremo de Tu Cruz y ya ocurre el milagro de la exaltación. Las primeras saetas, te recreas en tu calle y la puerta de Tú Casa.

Pero Rápidamente enfilas el cantón que lleva tu nombre. Y Subes la cuesta sinuosa  con paso alegre, como si desearas llegar a tu barrio lo antes posible. Subes con cuidado por los callejones estrechos de  Merced Alta, y alta llega Tu Cruz en tu barrio. Y llegas. Y Hasta que no llegas a la merced Señor parece que no reposas la vorágine de tu salida.

Y todo cambia. Es tu barrio señor. Recréate. Tómatelo con calma. Tu plaza tan recoleta y preciosa. La Iglesia que es también tu otra casa y que lo fue durante años. Volvamos al pasado. Fuente Nueva. Palacio de los Ulloa que albergó el Colegio Carmelitas. Esa noche el barrio entero celebra tu retorno. Ellos te gritan Viva el Abuelo con tanto sentimiento y entusiasmo trasmitido de generación en generación que parece estemos escuchando el grito de nuestros antepasados recientes. El eco de los chiquillos de un barrio antaño ajetreado. El buen hacer de los frailes, la laboriosidad de las monjas carmelitas impartiendo sus clases mientras en el patio del colegio se jugaba al melenchón y se cantaba aquello de "Las Hermanas Carmelitas con sus mandiles azules, se parecen a los cielos cuando se quitan las nubes".

Sobre los frailes de la Merced cuentan las crónicas con anécdotas incluidas como aquel episodio que reflejó Carmen Santa María Lucarelli: que algo comían los frailes les causaban muchas bajas e indisposiciones. Tras reunirse en capítulo llegaron a la conclusión que la culpa la tenía el dichoso albondigón. !No ha lugar a suprimirlo, acordaron en su día, que siga el albondigón, caiga quien caiga, decían.

La Merced, señor. cruce de caminos que se funde con el barrio de San Lorenzo para formar uno de los rincones cofrades con más sabor de Jaén.

Atraviesas la plaza con esa extraña mezcla entre el júbilo y el silencio de tu barrio de siempre. Y comienza Almendros Aguilar. Aquí, los promitentes añaden más recreación si cabe a su paso armonioso. No te quieren dejar. Incluso intentan dar pasos atrás. Saben que le quedan pocos metros a ese duro, pero maravilloso y anhelado primer turno. No quieren dejar de sentirte en sus hombros y por eso caminas lentamente hacia el Arco de San Lorenzo.

Hablar del Arco, como casi todo Señor en Jaén, es también hablar de Ti. Es nuestra particular puerta de Jerusalén.

Arco superviviente de la extinta Iglesia de San Lorenzo. A su interior se accede por una pequeña puerta situada en la calle Almendros Aguilar,  esta puerta da acceso a una pequeña capilla situada en la parte inferior. En el  frontal,  un altar. Y en el lateral, sobre un valioso zócalo de alicatado mudéjar; una inscripción en la cual se puede leer “Esta capilla de Jesús Nazareno, es del hospital de la Madre de Dios”.

Madre de Dios. Tu siguiente paso antes de abandonar la Merced.

¡Qué nombre para una calle!

¡Madre de Dios!

A esta hora, Tú Madre ya te aguarda, ya se acerca a la Plaza de Santa María.

En la calle Maestra Tu paso es firme. Sereno y deseando reencontrarte cuanto antes con tu Madre. La calle Maestra de ayer, con su historia del pasado escrita en páginas blancas que el tiempo las fue cambiando. Privilegiada arteria principal que elegían las parejas para ir a pasear...

Doblas la esquina y te vuelves a encontrar. Nuestra Plaza de Santa María y su inmensa Catedral...De repente, otra vez el júbilo. La serenidad de la calle maestra ha servido casi  como un pequeño oasis para reflexionar. Y ahora de nuevo los vivas que salen del alma. Y los jaeneros que no se quieren perder como te alienta Tu Madre en el Encuentro para proseguir el camino.

Aquí estoy te dice Ella en el Encuentro. Aquí me tienes esclava del Señor para acomparte hasta el final. Te he dejado sólo por Tú barrio pero ahora,camino del calvario, hágase Tú voluntad.

Ha salido a Tú encuentro, Señor, Tú Madre en la plaza de Tú otra Casa, la Santa Iglesia Catedral.

Luego la rodeas parsimoniosamente dejándola atrás para llegar de forma otra vez  silenciosa a los preciosos recovecos de la calle Almenas. Inmenso entre los callejones, lento y seguro sabiendo ya que Tú madre está detrás.

Y En la calle Ancha, te dejas rezar. Hay recogimiento.  Y Tú caminas repartiendo bendiciones por esa calle de casas de piedra, con escudos añejos. Tu pueblo, tras el visillo de una de casas, o apostado en una esquina, en el cruce de dos calles o sentado en la acera. La calle ancha se hace estrecha ante Tú llegada. Se agolpa la gente, en silencio. En ella, algunas de tus hermanas y vecinas de esta calle, mi prima Úrsula Colmenero o mi tía Remedios Ávila  se desviven ante Tú paso y lo hace ofreciendo sillas y acomodo a personas mayores que aguardan Tú llegada.

Y Recogido sigues bajando,  en silencio respetuoso hasta llegar a otro lugar que te adora y que añora: que suenen de nuevo las notas del maestro  Cebrián. Qué sólo se oiga Tú paso y Tú Himno. Y Silencio el resto, porque llegas a otra plaza y otro barrio jaenero entre los jaeneros: San Ildefonso.

Y a la Basílica sagrada de nuestra Patrona, la Virgen de la Capilla. Aquí Señor descenderá Tú Madre. Y los añejos frontispicios de sus fachadas dan guardia noche y día a la Historia del Descenso. Bendita sea la hora en que descendió a la ciudad de Jaén. Escudos cardenalicios de San Ildefonso y blasones colocados en la torre. Uno de ellos de aquel gran señor que fue Don Melchor de Soria y Vera, fundador de las Bernardas y Párroco de la Iglesia.

Avanzas por ese barrio al que todo Jaén quiere, porque todo Jaén lo hace suyo. Nadie se siente extraño en San Ildefonso. Ya ha amanecido y la primera luz del día ilumina Tu cara, inunda tu figura por La calle la Arroyo, las cuatro esquinas. Se agolpan al alba y de forma callada los vecinos de este barrio, que es mi barrio, Señor, y donde no puedo remediar, no puedo dejar de acordarme cada año de otras dos personas muy cercanas que dejaron de estar entre nosotros, mi tía Pilar Ávila o esa humilde, devota y generosa nazarena que nunca dejó de acompañarte de principio a fin, Capilla Colmenero.

Y En la calle Tableron al doctor Sagaz Zubelzu le honraste. Ese gran médico y mejor persona alumno aventajado de Ramón y Cajal y compañero de Gregorio Marañón, que como muchos no nacidos en Jaén recalaron en nuestra tierra y se quedaron para siempre, enamorados de Ti y nuestra gente. Pasando a ser, el fundador del Neveral, un jaenero del alma y un médico cristiano comprometido.

Por Tableron andas más cansado, Señor, y en esta calle, algo más huérfana en sus aceras, bien sabes que es desde los balcones y detrás de las ventanas desde donde te rezan y te contemplan personas mayores y enfermas que sólo te ven, porque de otra forma no pueden, cuando pasas cada año por sus casas.

Y cuando llegas a Virgen de la Capilla, se abren nuestras calles y Tu hermosura permanece entre rincones más modernos ......La antigua calle Julio Burel. Entre la puerta barrera y la plaza de las palmeras. Derribaron varias casas para hacerla más ancha. Y había una puerta en la puerta barrera de la antigua muralla. Y cuando era la de Julio Burel, en uno de sus extremos todavía se conservaban y se podían observar  trozos de pilastras de ese gran arco de aquella emblemática  puerta.

Con qué lentitud y precisión doblas la esquina de correa welingson. En la calle rastro ya  es de día. Y comienzan a agolparse jaeneros que viene desde todos los rincones de la provincia y del resto de España. Saetas, lluvia de pétalos y lágrimas que no se esconden en los balcones.

 En pocos metros y con los primeros rayos de sol  llegarás a Roldán y Marín y aquí  echarás de menos las saetas que antaño te cantaba Canalejas con la mayor de las maestrías. Siempre alguien fue tomando el relevo y sigue haciéndolo con precisión Charo López cada año

Y En la Plaza de la Palmeras donde te vi nacer, Te haces grande, y a esa hora los más pequeños también te pueden ver.

Y enfilando ya el regreso a Tú Casa subes lentamente la Carrera. Aquí fue donde te llovió aquel año, pero aquí es donde, a pesar del csancio de peso de Tú Cruz, te sigues dejando querer. Entre el tumulto del céntrico Jaén y de gentes venidas de fuera que aguarda desde hace horas Tú caminar lento y armonioso por Bernabé Soriano. Bernabé Soriano aquel médico de gran valía que cuando visitaba e iba  a curar a los enfermos más pobres y necesitados de Jaén, les dejaba siempre dinero debajo de la almohada.

Ya se divisa nuestra inmensa Catedral, y de nuevo pasarás por ella y por la Plaza Santa María donde te encontró Tú Madre horas antes sin luces del día.

Ahora sí. Tu última carrera en la Carrera de Jesús. Y el pueblo amontonado que te quiere despedir, con aplausos, pero con el desaliento profundo y clavado en su interior, porque no quieren que te vayas, porque ya cuentan los días para volverte a ver salir.  Pero ahí estas, Tú sigues, y siempre te podemos ir a ver a Tú Capilla del Santuario. Un trozo de cielo permanente en el Convento de San José.

LA PROCESION

Y qué decir de nuestra estación de penitencia y de lo que realmente significa.

"Reo es de muerte" dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín. Y así quedó en manos de los soldados del procurador, quienes le desnudaron, se mofaron de Él y le cargaron la Cruz en la que había de morir. El peso de la Cruz era excesivo para las mermadas fuerzas de Jesús latigado y torturado, convertido en espectáculo de sus enemigos. No obstante se abrazaba, se abrazó a su patíbulo deseoso de cumplir hasta el final la voluntad del Padre: que cargando sobre sí el pecado, las debilidades y las flaquezas de todos, nos pudiera redimir.

Y así nosotros, a la vez que contemplamos a Jesús nazareno cargado con la Cruz por las calles de Jaén, oigamos su voz que nos dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su Cruz cada día, y sígame"

Y así lo hacen las cruces que te acompañan y te siguen de promesa. Y así lo hacen las interminables filas de negro y amarillo cada uno con su particular historia y su particular  devoción.

"La procesión de la Cruces", ese fue su primer nombre en torno al año de 1590 que impulsaron los Carmelitas Descalzos. Tal y como nos recuerda el cronista nuestra Cofradía: . La procesión de la Cruz de Santa Elena, o la de la Cruces, por su específica imagen penitencial, pues salía en procesión en la madrigada del Viernes Santo, yendo sus hermanos descalzos de pie y pierna, con una pesada cruz de madera al hombro, y ceñidas las túnicas con un ramal de esparto en señal de humildad.

Desde el año 1590 hasta nuestro días.

Promesas, Nazarenos, estandartes, enseres, cruz de guía, el trabajo incansable de las camareras, y la labor callada de las bolsas de caridad.

Por delante va Santa Marcela. Mostrándonos a todos el lienzo sagrado de Tú rostro. Fue antes de Tú segunda caída, cuando una mujer del pueblo, Verónica de nombre, se abrió paso entre el gentío para limpiar piadosamente Tú rostro. Ejemplo de compasión y orgullo también de esta tierra y cuya reliquia conservamos cual joya universal en nuestra santa iglesia Catedral.

 Mientras detrás de Ti señala San Juan con su dedo: Ecce agnus Dei. Ahí tenéis al cordero de Dios.

Y muchos han sido, Señor,  los favores recibidos. Algunos se condensan en símbolos visibles en Tu figura. Como las llaves que prenden de Tú brazo Jesús. Las llaves de la Ciudad, en recuerdo de Tú intercesión ante la epidemia de peste que asolaba Jaén en 1681. O el escudo de Jaén que te fue entregado tras la rogativas de 1834 para que cesara la epidemia de cólera declarada en Jaén. O acaso esas cinco espigas doradas depositadas  a Tus pies que rememoran Tú mediación ante la grave sequía de 1859, y el agradecimiento de los labradores por las lluvias recibidas al poco tiempo. Sólo algunos ejemplos de los cientos y miles de favores recibidos. Entre los más necesitados, entre los enfermos, entre la gente que vive en soledad o entre los marginados o castigados injustamente por una sociedad que a veces parece disfrutar con la crueldad.

LA COFRADIA

Y no quiero dejar de mencionar la labor de la Cofradía. Porque bien sabes Señor, que para que todo este milagro que ocurre cada madrugada de viernes santo en Jaén se produzca tienes detrás el trabajo generoso, impagable y humilde de la Cofradía. Son ellos los que te ayudan a repartir bendiciones. Los que te sacan a la calle de Tú Jaén y los que, sobre todo,  están todo el año contigo para que llegue ese día.

Hace poco nos recordaba nuestro Capellán, que todo esto, el Pregón, el Besapié, la estación de penitencia, que todos los actos que con infinito amor prepara la Cofradía  no sirven de nada si no permanece lo esencial. La vida cristiana en el día a día, y sobre todo la Fe en Jesús Resucitado. Esa es la esencia. Murió para luego seguir estando con nosotros.

Jesús de los descalzos, nuestro Dios de Jaén, recorre las calles cual vía crucis de pasión, del Getsemaní al Gólgota jienense, pero lo hace para luego resucitar, que es la esencia.

Y es por ello por lo que la  cofradía se convierte de esa manera en el tránsito entre la calle y el templo, y para ello se hace templo en la calle.

Y eso es así, Señor. Y la estación de penitencia es una procesión de Fe. Y quizá alla gente que esto no lo entiendan o lo entienda de otra manera. Siempre respetable. Pero tan respetable como la libertad que tiene cada uno para alimentar su espíritu con Tú mirada, con Tú presencia,  cuando vamos a visitarte a Tú Casa o te esperamos en cualquier esquina a que aparezcas: primero Tú sombra, luego Tú paso, luego Tú Cruz y luego Tú cara.

Porque también es cierto que  hay muchos para quienes su mayor puente hacia la Iglesia eres  precisamente Tú, y lo llevan secretamente escondido en algún rincón del alma.

 El profundo sentido litúrgico de las Cofradías. Que lo tienen y que lo hacen poniéndose en la calle para dar y compartir su testimonio de Fe, y para disfrutar, también, por qué no? del entusiasmo, de los Vivas, y de las tradiciones. 

La Cofradía, con su trabajo, tantas veces al límite de lo imposible,   tienen el extraordinario valor de convertirse en puente a través del cual los misterios de la Pasión salen al paso de quienes son incapaces de ir a buscarlos.

EPILOGO

Y voy terminando, y me voy y no me quiero ir, Señor, de este pregón. Quiero seguir a tu lado y que todos los días sean un poco Viernes Santo.

Y me voy y no me quiero ir, Señor, sin agradecerte Tú aliento. Sin parar de pensar que siempre ofreces sin esperar nada a cambio.

Y me voy Señor, y no quiero irme sin repetirte que Tú estarás siempre en Jaén y Jaén siempre estará contigo.

Y me voy Señor y no quiero irme sin que sepas que tu bendición me alimenta. Que me hace reparar en el otro cuando de mí estas cerca.

Y me voy Señor, y no quiero irme sin darte las gracias.

Gracias por tu aliento. Gracias por llevarme y  gracias por permitir que te hable.

He dicho. Muchas gracias