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A raíz del gusto por las leyendas que promueve el movimiento romántico, desde mediados del siglo XIX toma carta de naturaleza en Jaén una ingenua leyenda con la que se quiere justificar el origen de la venerada imagen de Jesús Nazareno.

La versión más común y difundida por la tradición oral asegura que un atardecer llegó a una casería sita en las cercanías del Puente de la Sierra un venerable anciano que se presentó como un peregrino que recorría el mundo para satisfacer sus devociones y expiar sus culpas. El anciano rogó humildemente al matrimonio de “caseros”  que cuidaban de la hacienda, tuvieran la caridad de acogerle bajo su techo por aquella noche, a lo que accedieron con cristiana hospitalidad. Durante un rato mantuvieron animada conversación y como el anciano reparase en un grueso tronco de encina que había depositado en un rincón de la lonja de la casería, exclamó:

 

-¡Qué hermosa imagen de Jesús se haría de él!...

 

Y al instante propuso a los caseros que si le llevaban el tronco a una tranquila dependencia de aquella casa, se comprometía a tallar la imagen durante la noche, siempre que no le molestasen y le dejasen solo con su labor.

 

Así se hizo. Se llevó el tronco a una habitación alta de la casería y tras dejarle una parca cena y un candil recién cebado, cerraron la puerta retirándose el matrimonio a sus aposentos.

 

 

Una vez amanecido y al observar que avanzaba el día y el anciano huésped no daba señales de vida, luego de sucesivos intentos de fisgar por las rendijas de la puerta y de aguzar el oído sin escuchar rumor alguno, se forzó la puerta de la estancia, advirtiendo con sorpresa que el anciano había desaparecido y que en el centro de la habitación resplandecía una conmovedora imagen de Jesús Nazareno.

 

 Se aceptó tan prodigioso  hecho por milagro del cielo, llevando la imagen al convento de los PP. Carmelitas Descalzos, donde pronto fue centro de la devoción de los fieles. Y en recuerdo del prodigio a la casería se la empezó a conocer por “Casería de Jesús”.

 

 

Otra versión, también radicada en la misma casería, asegura que una noche los operarios del molino aceitero de viga anejo a la casería advirtieron que el mulo que se uncía al aparejo del rulo que trituraba la aceituna, se mostraba inusitadamente inquieto. Sin alcanzar la posible causa, los molineros trataron de apaciguarlo y entonces el mulo dio una tremenda coz sobre el muro, que se vino abajo dejando ver una pequeña estancia en la que había una imagen de Jesús Nazareno alumbrada por una lámpara de aceite.

 

Sobre ambas leyendas la imaginación popular ha introducido diversas variantes queriendo así justificar el origen de la imagen. La única base sobre la que se forjó la leyenda es el hecho cierto y documentado de que tal casería  fue propiedad, desde 1751, de los PP. Carmelitas Descalzos, por donación testamentaria de Dª María Leonarda de Lamas. Luego, a comienzos del siglo XIX, pasó a la familia Montoro-Arias. Uno de sus descendientes, don Antonio Montoso, en su testamento otorgado en 1893, dejó impuesta una carga sobre la renta de la casería para costear una fiesta con jubileo a la imagen de Jesús Nazareno de la que era muy devoto. Y de ahí vino el nombre de “Casería de Jesús”, que aún perdura y que ha dado origen a la leyenda.