.

“DEN GRACIAS A DIOS EN TODO, PORQUE ÉSTA ES SU VOLUNTAD PARA USTEDES EN CRISTO JESUS” (TESALONICENSES 5-18)

   No encuentro mejor forma de dirigirme por primera vez a vosotros, cofrades y devotos de Jesús y María, que no sea dando las gracias. Gracias a Dios, en primer lugar, por todo lo que nos da diariamente y en concreto por permitir que lo haga hoy como hermana mayor de esta nuestra querida cofradía. No hay mayor honor para un jaenero que estar plenamente dedicado a la misma desde la humildad y el servicio, responsabilidad de la que soy plenamente consciente y que asumo desde este momento a sabiendas de que tendré la mejor de las ayudas, nuestro Dios, en el que deposito siempre toda mi confianza.

Gracias también a todos aquellos cofrades que el pasado 17 de septiembre tuvieron a bien confiar plenamente en nuestro proyecto     y al pueblo entero de Jaén, otorgándonos su confianza para regir los designios, durante los próximos años, de esta institución, institución formada por un grupo de personas que en base a un profundo amor a Jesús de los descalzos y a María Santísima de los Dolores y una generosidad extrema ha hecho de la dedicación a los demás el centro de su vida cristiana.

hm rosaEs la fe la que nos mueve a caminar sobre las huellas de Cristo y el propio papa Francisco quien nos anima a   no conformarnos con una vida cristiana mediocre, tarea que nos es fácil.

Nuestra misión fundamental pues como cofrades es ser protagonistas de la Nueva Evangelización pues formamos parte de esta Iglesia peregrina de esperanza y por tanto del Pueblo de Dios.

Fe, cultura, historia y tradición deben ir unidas en nuestro quehacer diario, y apoyándonos en estos principios centraremos el trabajo, la dedicación y el esfuerzo en estos próximos años.

Gozamos de un gran patrimonio histórico y material desde la fundación de la cofradía. No menos importante, bajo mi punto de vista, es nuestra propia historia personal y familiar y la de nuestros antepasados: esta historia personal o tradición ha jugado un papel fundamental en lo que hoy somos, y es nuestra obligación no olvidarlo nunca. Nuestros abuelos y padres han sido transmisores, en primera persona, de esta bendita tradición y a través de su palabra, sus recuerdos y la expresión de sus propios sentimientos, han sido también los responsables de que este Nazareno y lo que Él representa llegaran a ser parte fundamental de nuestra familia y de nuestra vida. Por tanto, es nuestra responsabilidad, hoy en día, seguir trasmitiéndolo a las generaciones venideras con el fin de no perder nunca nuestra propia identidad, aunque adaptándonos siempre a los nuevos tiempos.

Y con estas premisas me dirijo a los más jóvenes:

vosotros sois nuestro futuro, pues algún día no muy lejano seréis los responsables de continuar con esta andadura y tendréis la gran responsabilidad de regir nuestro futuro y formar parte de nuestra historia, que aún tiene muchas páginas en blanco a la espera de ser escritas. Sois y seréis los protagonistas de mantener viva nuestra cofradía y también los trasmisores del legado de nuestros antecesores.

Os animo a ello, a seguir trabajando y participando como lo estáis haciendo hasta ahora en esta tan bonita y gratificante tarea.

     Vivimos en muchas ocasiones ocupados en las cosas de los hombres y, por desgracia, olvidamos las cosas de Dios. Ocupados en tener más y más y en no darnos a los demás tal y como hizo Jesús, que hasta su vida entregó por nosotros. Nuestra respuesta a esto debe ser contundente: estamos aquí para servir y no para servirnos, para amar al prójimo, al más necesitado, y en este caso no solo y exclusivamente cubriendo sus necesidades más básicas y tangibles. Existe una manifestación de amor mucho más profunda e importante y que no cuesta dinero, solo tiempo y empatía: tiempo para acoger, tiempo para comprender y tiempo para la escucha, escucha que debe partir desde el corazón. Un saludo, un abrazo o un simple

apretón de manos puede proporcionarnos a todos un alimento más poderoso que el material, un pequeño empujón para seguir viviendo y, sobre todo, la certeza de saber que no estamos solos.

Esta acción social, que ha sido tan importante en mi vida, unida a una formación litúrgica, histórica y humana son principios básicos que seguirán presentes en nuestro día a día.

Sin una clara y sólida formación, en todos los sentidos, muchos de los objetivos serían imposibles. Sin conocer el mensaje de Jesús, difícilmente podremos trasmitirlo, del mismo modo que el desconocimiento de nuestra historia nos impediría saber de dónde venimos y hacia donde vamos.

      Quiero dirigirme de una manera especial a uno de los más grandes colectivos humanos de nuestra cofradía. Un grupo de mujeres y hombres sin quienes no sería posible que nuestras imágenes y lo que ellas representan se acercaran esa noche de viernes santo a su pueblo, haciéndolo partícipe de nuestra más grande manifestación de fe. ¡Vosotros, promitentes de Jesús, María y Santa Marcela, que no solo los lleváis sobre vuestros hombros sino dentro de vuestros corazones, con un caminar singular por nuestra vía dolorosa, y que participáis del gran dolor y sufrimiento del que fue protagonista nuestro Dios hecho hombre; del desconsuelo de esa Madre Dolorosa que acompañaba desolada a su hijo camino de su sacrificio y muerte, y de esa piadosa mujer Verónica que enjugó su rostro y que de alguna manera nos representa a todos los cristianos! es nuestro deseo que vuestra integración y participación en los quehaceres de esta cofradía sea constante y para ello, ¡no lo dudéis!, vamos a hacer todo lo necesario.
   Todos y cada uno de estos proyectos e intenciones no llegarían a buen puerto si no fuera por la participación y colaboración de todos vosotros, cofrades y no cofrades. Tal y como nos dijo nuestro Papa Francisco, en las últimas jornadas de la JMJ, en la Iglesia cabemos todos, y por tanto hago extensiva esta afirmación a nuestra propia cofradía como parte de la Iglesia de Cristo. Sea pues bienvenido todo aquel que desee formar parte de este grupo de mujeres y hombres que aman profundamente a Jesús de los Descalzos y su Santísima Madre y que están dispuestos a seguir y trasmitir sus enseñanzas.

No esperéis a ser llamados, pues las puertas están abiertas para todo aquel que quiera sumar en nuestro caminar diario. Con pasión, amor y ternura este sendero será, sin duda alguna, mucho más fácil.

 

   SEGUIREMOS, PUES, CAMINANDO POR ÉL, CON ÉL Y EN ÉL……