.

No me mueve mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido,

para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido,

muéveme ver tu cuerpo tan herido,

muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin tu amor y en tal manera,

que aunque no hubiera cielo yo te amara,

y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera,

Preciosa oración, de la que a día de hoy y a pesar de los muchos intentos que han existido a lo largo de varios siglos, no ha podido determinarse exactamente su autoría. San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, el Padre Franciscano Antonio Panes, o el Capuchino Padre Torres se han barajado, sin éxito alguno, en varias ocasiones como autores, pero está considerado como el soneto más hermoso para descubrir y explicar el amor desinteresado, y creo poder afirmar que nunca el amor a Cristo Jesús, ha alcanzado tal grado de pureza e intensidad en la sensibilidad de la expresión poética dentro de la piedad popular que nace limpia y honda de la dolorosa contemplación del martirio con que Jesús rescató al hombre de las tinieblas, iniciándolo en una vida nueva. Es una oración directa, enérgica y casi penitencial porque expresa la fuerza de quien renunció a todo por amor a la humanidad.

Muy Ilustre Sr..D. Antonio Aranda Calvo Capellán de la Cofradía y del Santuario. Amigos sacerdotes.

Reverendo Padre D. Francisco Antonio Carrasco Cuadros, pregonero 2011 y mi presentador

Sr. Hermano Mayor y de miembros de la Junta de Gobierno y gobierno de esta Cofradía, Camareras, adjuntos y colaboradores.

Sr. Presidente y miembros del pleno de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la ciudad de Jaén.

Dª Cristina Nestares García-Trevijano, Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento y resto de autoridades civiles.

Hermanos mayores y miembros de juntas de Gobierno de las cofradías y hermandades de la ciudad.

Querida familia,

Hermanos cofrades, amigos todos. Buenas Noches

Quiero en primer lugar agradecer a D. Francisco Carrasco, mi amigo Paco, sacerdote, cofrade y costalero, la presentación que ha hecho de mi persona, estoy seguro que para ello ha primado la amistad y sobre todo la generosidad que como cura le acompaña siempre, eres Paco, para todo el mundo cofrade un ejemplo de compromiso y entrega para con la Iglesia. Muchas gracias

PROLOGO

La escena que les voy a relatar, bien podría producirse en cualquier hogar de nuestra querida ciudad, donde un padre con su hijo, en edad de comprender y sentado a su lado, le diría:

Mira hijo, voy a contarte una bonita historia que es tradición heredada en nuestra familia y que a mí me contó mi padre cuando tenía más o menos tu edad.

En un lugar cercano del Puente de la Sierra, existe una finca denominada “Casería de Jesús” y cuentan que cierto atardecer llegó a ella un venerable anciano peregrino, que por caridad solicitó hospedaje para pasar la noche.

Acogido amablemente por los caseros, pues en aquellos tiempos la hospitalidad era un deber sagrado, al entrar en la casería observó un grueso tronco de encina depositado en la lonja que le hizo exclamar:

¡Qué buena imagen de Jesús se haría con él!

Tras breve acuerdo con los caseros, se ofreció a tallar una imagen con aquel tronco, a condición de que no le molestasen mientras trabajaba. Le llevaron el tronco a una habitación apartada y tras una pobre cena, se encerró bajo llave.

Al día siguiente, al observar los caseros, que ni el anciano salía de la habitación, ni se escuchaba el menor ruido, forzaron la puerta, encontrando en el centro de la estancia la Imagen de Nuestro Padre Jesús, advirtiendo a su vez con sorpresa que el venerable anciano había desaparecido y que el rostro de Jesús tenía un indudable parecido con el del misterioso peregrino.

La Imagen se trasladó al Convento de San José al que pertenecía la Casería y desde entonces fue generándose una intensa y creciente corriente de religiosidad popular hacia tan prodigioso Nazareno, que a partir de las décadas primeras del siglo XIX adquirió fortísimo arraigo en la conciencia colectiva de los hijos de Jaén, quienes sin distinción de clases, ideologías o sentimientos, ven en esta querida Imagen a un Dios tan cercano como humanizado, muchos, aún viviendo en lejanas tierras, no dudan en gastar los ahorros de todo un año de trabajo y hacer largos y penosos viajes solo por estar en Jaén el Viernes Santo y tener el consuelo de ver a Nuestro Padre Jesús para encontrar en la mansedumbre de su mirada y en la decorosa conformidad con la que porta la cruz, el viático necesario para el azaroso camino de la vida.

Éste fue el prólogo del discurso que pronuncié el día de la inauguración de la Antigua Iglesia Conventual de San José de los Carmelitas Descalzos y Camarín de Jesús y he querido relatarla de nuevo, pues aunque hace ya muchos años que me fue contada, más o menos en estos términos por mi difunto Padre, permanece viva en mis recuerdos y fue sin duda el inicio de mi devoción y vinculación con esta Imagen y Cofradía a la que tanto quiero y con la que siempre me sentiré en deuda.

NIÑEZ, INFANCIA Y JUVENTUD

Desde una edad muy temprana quien les habla, vivió intensamente las mañanas de Viernes Santo. Recuerdo a mi madre que nos despertaba con el comentario “levantaos que ya viene Jesús”, el paso de la procesión por casa de mi Abuela Pilar en la Calle Campanas y cuando, después de haberla dejado en la Catedral, los promitentes encabezados por mi padre llegaban allí, a reponer fuerzas con el chocolate de mi Tía Juanita y las deliciosas magdalenas del horno de Paz, y también porque no, un traguito de anís La Magdalena que mi Tío Pedro aportaba siempre para la ocasión.

Un gran sentimiento de admiración me embargaba al ver ese grupo de esforzados hombres, felices, sudorosos y cansados, comentando las incidencias de la madrugada y felicitándose mutuamente por haber podido cumplir esa dura promesa un año más. En mi mente aún conservo grabados los rostros de los que eran del círculo más íntimo de mi padre. D. Julio Roig Angosto. D. Leopoldo Cámara Cabrera. D. Juan Segovia Cuenca, D. Manuel Pérez Burgos, D. Francisco Marín García, y estoy seguro que olvido alguno mas, pero comprenderán que estas imágenes tienen ya muchos años.

Y los he mencionado, con el único objetivo de rendir públicamente, un homenaje de profunda admiración hacia ellos, que eran capaces año tras año de completar todo el itinerario en un solo turno. El máximo responsable de todo era D. Antonio Delgado Anguita, Fabricano ejemplar de ese grupo, y a quien mi padre admiraba profundamente, sobre todo, su arrojo y valentía cuando una noche, seguro que sin pensar las graves consecuencias que de su acción se podían desprender, dejó el calor de su hogar y a una familia numerosa y temerosa, para rescatar y así librar a nuestra bendita Imagen de la destrucción por el saqueo que se había producido en la Iglesia conventual de la Merced.

Antonio fue una de esas personas de las uno podía pensar que Dios lo trajo al mundo para hacer más grande a esta Cofradía de sus amores y a la que sirvió durante cincuenta años. Buen cofrade y magnífico Fabricano en la Cofradía encontraba el espacio para expresar su fe y devoción durante todo el año, pero muy especialmente, cuando por el olor a incienso y las fechas se anunciaba la inminente llegada de la Semana Santa y el ajetreo consiguiente. Después, durante la procesión, con el oído pegado al trono, escuchaba y aprendía, dándose cuenta de la dureza de la vida, del dolor y la alegría, de la dicha de vivir. Escuchaba y aprendía de las sensaciones que trasmitían los promitentes ya que lo que llevaban sobre sus hombros era mucho más grande y misterioso de lo que parece y perseveraba para ir arrancando respuestas paso a paso sin ahorrar esfuerzos, con una entrega plena. Era consciente de que Jaén entero se identificaba con el Nazareno y con el sufrimiento de los promitentes que cargando su trono, estaban inmersos en un profundo acto penitencial pues lo que portaban, era dolor, llanto, padecimiento y angustia. Después, con el paso de los años y antes de llegar a la ancianidad, supo transmitir estos sentimientos a sus hijos, que continuaron con tan meritoria labor.

Vinieron después, muchos años participando junto con otros niños, entre ellos mis hermanos y primos en la procesión, en el sitio que fuese siempre éramos felices y vivíamos intensamente este acontecimiento. Años más tarde, mi padre y su círculo de amigos ya jubilados de su misión como promitentes y con alguno de ellos en el seno de la junta de gobierno, iniciaron lo que hoy conocemos como bolsas de caridad, para recaudar fondos y así atender a los necesitados y a la Cofradía. Ni que decir tiene que todos nosotros ya chavales ayudábamos en estos menesteres. Siguieron unos años más como cofrade de vela, hasta que con la mayoría de edad decidí retomar el testigo de mi padre ya enfermo, y ayudar como un cirineo más a portar la cruz de Jesús bajo su inmenso trono, sin promesa alguna definida, pero a pesar de lo cual, año tras año, nacía una aplicación, (trabajo, oposiciones, servicio militar, matrimonio, nacimiento de hijos, estudios o alguna enfermedad,). Así durante veintidós años en los que ansiosamente esperaba hasta que llegaba el deseado momento en que D. Juan Calatayud, el listero pronunciaba mi nombre y podía ofrecerle mis hombros.

SENTIMIENTOS

Comenzaba entonces Señor, nuestra pequeña historia, la que sabemos Tú y yo, me propuse quererte siempre, y así fuimos creciendo, Tú en tus cosas y yo también en las tuyas. Iba casi a diario a verte a la Catedral, soñaba pasearte por las calles con ese paso lento de la procesión, soñaba el amanecer de otro viernes santo que año a año pasaba para poder darte a conocer al mundo entero gritando tu nombre.

Poco a poco me di cuenta que estábamos tan unidos, que nada tendría sentido sin Ti, que lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena, que siempre con el favor de una mirada tuya sería feliz, que mi meta era llegar al final satisfecho y en paz conmigo mismo. Y así han ido pasando los días y sigo abrigando una tortuosa senda de sentimientos que me llevan siempre a Ti, y ante Ti estoy al igual que siempre para decírtelo pausadamente, con cada palabra que brote de mi boca.

Soy un hombre feliz porque te adoro.

Porque espero siempre en tu palabra

La ayuda que preciso y tanto añoro

Para apreciar el amor que hay en tu mirada.

Gracias Señor por permitirme que en tantas y tantas horas, soportando el peso de las viejas maderas de tu trono, pudiera hacerte tantas confesiones y solicitudes que sólo Tú conociste. Cuántos recuerdos y sensaciones vividas durante ese espacio de tiempo hasta que llegó el triste momento de la jubilación, un Jueves Santo diferente, vivido intensamente junto a mi familia y con la inmensa satisfacción del deber cumplido. Ya no podría portarte más, pero nada ni nadie me privarían de tu presencia continua y así soportar el gran vacío que me produjo este acontecimiento.

Les he hablado de la Madrugada del año 1990, y en el mes de octubre entré a formar parte de la Junta de Gobierno, de la que no me apartado ni espero hacerlo nunca.

Sabes Señor que fui muy afortunado con la mujer que muy joven pusiste en mi camino y que fue mi novia y esposa durante cuarenta y un años. Ella me unió aún más a ti, ya que te tenía si cabe mayor devoción que yo y cuando con motivo o no, el desánimo me embargaba y las fuerzas flaqueaban, allí estaba siempre para, con la palabra adecuada, infundirme el ánimo que precisaba. Aún resuenan en mis oídos las palabras de la Madre Teresa de Calcuta, a la cual admiraba profundamente y a la que se refería continuamente para decirme:

“Cuando no puedas correr, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón.

Pero jamás te detengas, no abandones, no te rindas nunca.”

Después de perderla, y ante tanta adversidad, sólo me quedó la Fe, la que consuela territorios anegados por el llanto, y la que brinda al hombre la esperanza de cada amanecer, porque los golpes duros de la vida me enseñaron a crecer con suaves retoques en el alma. Por eso y recordándola, pongo en mi boca otras frases maravillosas de la citada Teresa de Calcuta:

La vida es una oportunidad, aprovéchala.

La vida es belleza, admírala.

También la vida es un sueño, hazlo realidad.

La vida es un desafío, enfréntalo.

Tómala como un deber, y cúmplelo.

La vida es un tesoro, cuídalo.

También es una riqueza, consérvala.

La vida es amor, gózalo

Siempre, siempre es un misterio, descúbrelo.

Es una promesa, realízala.

La vida es una constante lucha, acéptala.

Pero también es tristeza, supérala

Del mismo modo, la vida es felicidad, merécela.

En definitiva, la vida es vida, defiéndela.

Porque desde entonces, contemplar tu rostro, Jesús, con la pesada carga de la Cruz, llenó toda mi vida, sobre todo ese primer año de angustia contenida, ya que comencé a apreciar con más profundidad que antes, el contacto con las gentes de esta ciudad, y pude observar que Nuestro Padre Jesús, lo es todo en esta tierra, y que los ojos de Jaén, tienen siempre como punto de referencia su divino rostro.

Ya he sentido Señor, tu voz amante

en el misterio de las noches bellas,

y el suave rotar de las estrellas,

gozando la armonía de tu semblante.

Es obligatorio, expresar mi agradecimiento al ofrecimiento que me hicieron en su día, tanto mi hermano Francis, ahora y por tu voluntad “Jesús” mi Hermano Mayor, como el Vocal de Manifestaciones Publicas, mi hermano Felipe, responsable de este acto, al que tengo en mi corazón como a un hijo. Y como no, el apoyo sin fisuras de todos mis compañeros y también hermanos de la Junta de Gobierno.

Me habéis otorgado el mayor de los privilegios y honores que se pueden conceder a un cofrade, en palabras de otro hermano, de negro y amarillo, pronunciar el Pregón Madrugada del presente año. Gracias a todos por vuestra confianza en el encargo de esta misión. Por cierto, habréis observado la redundancia, ya que he mencionado, en cuatro líneas cinco veces la palabra hermano, lo he hecho adrede y se debe a que he aprendido perfectamente la lección de nuestro querido Capellán, que cuando hace una ligera explicación del Padrenuestro durante la misa, nos recuerda que todos somos hijos de un mismo Padre celestial, y por lo tanto hermanos. ¡Qué gran suerte tenemos!

También quiero dar las gracias a todos los que con su labor responsable y su dedicación apasionada, trabajan para la Cofradía, logrando que funcione a la perfección su complicada maquinaria durante todo el año. Del mismo modo, gracias también a los que durante todo este tiempo de duda, (familiares, cofrades y amigos), me habéis hecho presente vuestro afecto con las palabras de animo y en la mayoría de los casos, con vuestras oraciones, las que, sin duda alguna, han constituido el firme apoyo tan necesario en el desarrollo de la labor que se me ha encomendado y como no a todos por vuestra presencia

Una vez expresado mi reconocimiento por esta deferencia, debo haceros una confesión por algunos conocida, y es que en un principio dije ante este ofrecimiento varias veces que no. Yo siempre he sido y con mis años no creo que pueda cambiar, un hombre de números, me decanté por las “ciencias”, y por el contrario, las “letras” siempre me han costado un trabajo enorme. Me abruma no ser capaz de manifestar, con las palabras adecuadas y la debida claridad, lo que mi corazón siente, pero no tuve valor para mantener esta decisión, ya que no podía negarme a colaborar en la medida de mis posibilidades con lo que me era solicitado tan intensamente, y sobre todo por personas que con mucho amor, gran capacidad de esfuerzo y total desinterés dedican su tiempo, al noble trabajo de servir a la Iglesia desde una Cofradía.

Sin embargo, desde que acepté, otras tantas me he arrepentido de no ser capaz de mantener esa negativa, por ello me he sentido muy agobiado, pues la responsabilidad que adquirí fue enorme, no sólo por lo que significa estar aquí, sino porque como he mencionado antes, creo no poseer las cualidades que adornan a mis antecesores en esta misión de pregonar la Madrugada.

Fue entonces, después de decidirme cuando, en un momento de silencio, de soledad y de oración, te pedí Señor:

Dame método y facultad para aprender

Capacidad y silencio para retener

Fe para interpretar mis sentimientos

Gracia y abundancia para hablar

Dame acierto al comenzar

Dirección al progresar

Y perfección al terminar.

Porque el silencio es necesario para activar la capacidad de pensar, de volar sin alas, de centrar la capacidad de observar sin perturbar, y acrecentar la facultad de escuchar sin interrumpir, y sobre todo de entrar en ti, en tu corazón y ver tu realidad, pero no sólo es necesario el silencio de afuera, más necesario aún lo es el silencio interior.

Si al cerrar los ojos, tu mente está en silencio, tienes la puerta abierta para conocer la realidad que te anima a vivir y esa única realidad debe llenar tu alma de luz y claridad. Sin el silencio, tu alma no tiene claridad, no tiene luz, por eso, es necesario para crear la atmósfera ideal, que tu alma se abra, y que tus preguntas estén listas para ser respondidas, sin importar cuan profundas sean.

Simplemente entra en la paz del silencio, calma ese mar de desilusiones y deja que la serenidad te invada, deja que la tranquilidad y la fe te posean. En ese momento lo viejo desaparece y lo nuevo comienza a nacer en ti, entonces es donde encontrarás la fuerza para continuar.

Siéntate cómodamente y deja tus preocupaciones a un lado, reza con fuerza y observa a tu alrededor, detén tus afanes, ofrece convencido tu vida a Dios y entonces comprenderás que la vida que has ofrecido es un tesoro que se te ha regalado y tienes todo lo que necesitas para continuar el viaje.

Deja el temor y permite que el silencio te posea. Sólo en ese oasis de paz podrás escuchar la voz de Jesús dentro de ti llamándote a vivir plenamente, tocando tu corazón para darte a conocer su gloria y el secreto de la vida eterna. Deja de creer en falsas promesas y haz que esa luz se convierta en tu única realidad. Sólo en profundo silencio, podrás comprender lo que significa todo y agradecer a Dios el estar vivo para poder ganar la batalla.

Observa lo que tienes y olvida lo que te duele. Lucha por lo que quieres y valora lo que posees. Perdona a los que te hieren y disfruta de los que te aman, pues si nos pasamos la vida esperando a que pase algo, lo único que pasa es la vida, y no entendemos el valor de los momentos que se nos presentan hasta que se han convertido en recuerdos.

Por eso, nunca es tarde para comenzar de nuevo. Haz lo quieres hacer antes de que se convierta en lo que te gustaría haber hecho.

LA MADUREZ

Nunca hasta que tuve el inmenso honor de ser Hermano Mayor, y salvo las obligadas cartas diarias estando en el servicio militar y en el periodo en que mis obligaciones profesionales me alejaron de esta bendita tierra, había escrito nada.

Me presento ante vosotros tras este atril que nunca anhelé y que bien podría hoy ocupar alguien con muchas más razones que yo para pregonar la Madrugada. Sólo tengo el mérito de estar enamorado desde siempre del encanto de esta Venerada Imagen, de esta ciudad y de mi Cofradía. Os abriré mi corazón, mis pensamientos, mis sensaciones, mis experiencias y mis reflexiones, que es todo lo que poseo. Hoy quiero hacerte una declaración pública de amor…. A Ti, que para esta ciudad eres un auténtico patriarca, un Padre capaz de convocar a todos los jiennenses que son tu familia. Un padre humanizado que ejerces tu paternal autoridad sobre este pueblo tuyo sin excepción alguna. Eres nuestro Redentor que todas las Madrugada y mañanas de Viernes Santo, avanzas por la vía dolorosa de las calles de tu barrio y tu ciudad, para consumar con tu muerte y resurrección la salvación de toda la humanidad.

No eres Abuelo, y nunca creo haberte llamado de esta forma, pues no tienes el rostro rugoso ni los cabellos blancos, solamente tienes la figura encorvada por el peso de tu enorme Cruz. Eres el hijo de Dios que sufriste tu dura pasión con treinta y tres años, y con el único objetivo de salvarnos a todos tus hijos. Pero, permíteme, por una sola vez, y aunque no te lo haya dicho nunca antes, que también ahora te llame Abuelo, si, eres Abuelo, el único, el verdadero “Abuelo” por que con la autoridad de tu bondad eres capaz de aglutinar a tu alrededor a todo el pueblo de Jaén.

Soy consciente y asumo la responsabilidad de sostener sobre mis hombros ese trono que tantos años he portado, un trono muy poderoso pues en el descansa la joya más valiosa de esta ciudad, el tesoro mejor custodiado durante siglos y que es guía para todos los jienenses. Trataré por lo tanto de no perder el paso, de meter el hombro con el coraje que mis tantos años puedan aportarme, con cariño y humildad, pero también con la firme determinación de quien se siente muy orgulloso de lo que es.

LA MADRUGADA

Termina uno de esos tres jueves por excelencia, que nuestra tradición dice que brillan más que el sol. El Jueves Santo en que se conmemora la institución de la Eucaristía, el admirable Sacramento por el que el Señor quiso quedarse perpetuamente con nosotros para ser el alimento vital de nuestras pobres almas y objeto de constante adoración. Éste es el día por excelencia para rendir culto al infinito amor de Dios para con los hombres. Día de fiesta en todas las Iglesias y Conventos que con sus monumentos causan siempre admiración entre nuestros ciudadanos y visitantes.

La Eucaristía es un bien, una bendición que Dios nos dio a conocer en Semana Santa. La de su amor infinito recordando la Pasión de Jesús, para comprender el triunfo de la vida sobre la muerte. Todo es obra de Dios, hasta su pasión sufrida por amor a la humanidad. Sin ella, sin la fe, no se puede comprender la verdadera dimensión del Viernes Santo en nuestra tierra. Es única para ofrecer la luz, el sonido, el olor y el contacto con nuestras auténticas raíces.

Se aproxima la Madrugada, los nazarenos de túnica negra y cíngulo amarillo, portan cirios de diversos tipos y tamaños, y comienzan a inundar nuestras calles y se van aglutinando en los alrededores de tu Santuario Camarín, hoy convertido en una feliz realidad, por tu voluntad, no podía ser de otra manera. Fueron muchos cofrades y devotos los que vivieron con la esperanza de que volvieras a tu casa, y hoy estarán felices de comprobar que se ha convertido en un verdadero Santuario de devoción, fe y esperanza, porque: Esperanza es el deseo ilusionado de conseguir lo que se anhela, de ver hecho realidad lo que nuestra mente y nuestro corazón ansía.

Y con esta esperanza, Jaén aguarda que cada nueva madrugada de Viernes Santo le traiga el beso del sol, para que ilumine sus calles, reviviendo el colorido de las flores de la primavera en sus jardines, y llenando de brillo nuestras calles y sobre todo la fachada de nuestra grandiosa Catedral, sin duda alguna y   aunque aún no lo sea de manera oficial, auténtico Patrimonio de la humanidad.

Comienza a generarse la explosión de fervores, va a salir en procesión el Señor de Jaén, meta clara de la devoción de un pueblo que sabe perfectamente que el Dios que permanece en el Sagrario y que vemos con los ojos del alma, se nos representa en esta Imagen maravillosa para que podamos contemplarlo con nuestros propios ojos. Y así lo ven y lo verán todos los hijos de Jaén, que lo visitan cada día, que hacen largas colas, en algunas ocasiones interminables, para besar su pie y llenan las calles y plazas de su ciudad, como siempre lo han hecho y seguramente seguirán haciendo.

Quiero destacar especialmente, al que vive la Madrugada de forma callada, al nazareno de vela que renuncia a su identidad personal para formar parte de una identidad colectiva, a tantas y tantas personas, invisibles nazarenos anónimos, sin distinción de clases sociales o profesión porque todos sin excepción, necesitan el consuelo, la esperanza, el amor y la dicha de acompañarlo. A las gentes de nuestro bendito Jaén, que se santiguan emocionadas al paso de Jesús o de su Madre, a los que caminan tras el trono portando una pesada cruz en busca de alivio, consuelo y las fuerzas necesarias para entregarse en cuerpo y alma a ese ritual único, ese desafío espiritual, esa montaña de emociones que significa acompañarle durante su recorrido por las calles de esta ciudad. Todo está preparado en nuestro Santuario, vas a salir a recoger las lágrimas de amor y las plegarias de tu pueblo, pero ahora, estamos solos y en silencio, por eso te digo:

Viéndote en tu trono, percibo que se acerca la hora,

porque antes de amanecer y de la aurora,

siento en mi piel la frescura

y noto en mi alma tu presencia triunfadora.

Percibo tu voz que me sobresalta,

algo bulle en mí que me enamora,

me acerco a mirar tu cara elevada,

para ver la hermosura de tu mirada.

EL CARTEL

Para interpretar plenamente el contenido del Cartel Madrugada de este año y que nos acompaña en este escenario, sólo os pido que lo miréis, que os quedéis contemplando esta magnífica fotografía y que vuestra imaginación haga el resto. Sobrarán entonces las palabras, porque contemplar esta bella estampa nos sitúa en lo negro de la noche y en la soledad de María.

El cartel refleja el misterio de una madrugada, la noche profunda del Jueves Santo, momento para el encuentro, momento para creer, momento para soñar. Es una ventana abierta para todos los que desean vivir en plenitud esa noche mágica. Pero el cartel es también una llamada de atención y anuncio, ya que la suave luz de los cirios que iluminan a María Santísima de los Dolores, deben iluminar también los pasos que debemos seguir para descubrir la expresión más grande del amor, de la entrega total. De esta forma, María nos invita a conocer esa forma de amar, mostrándonos el misterio que encierra nuestra Madrugada.

Este cartel es una invitación y un compromiso. Ojala que nos sirva de ventana por la que nos asomemos a contemplar y a vivir sobre todo una vida nueva, para que se renueve nuestra fe y nuestros sentimientos. Que la contemplación del divino rostro de María, haga nacer en nuestro interior los más profundos fervores.

Virgen de los Dolores, no encuentro palabras para describir suficientemente tu belleza, la pena de ese dolor que sólo en Ti, puede transformarse en hermosura. Tu rostro arrastra el dolor que corre por el valle inmenso y húmedo de tus ojos mientras la cera de tus cirios llora contigo en perfecta armonía “Virgen del Dolor inmenso”, con el corazón traspasado por las siete espadas que profetizó el anciano Simeón. Dolor intenso y profundo y que a pesar de tu serenidad, no puedes contener las lágrimas de tu inmensa pena, Madre mía, tú que acompañaste a tu Divino Hijo, sabemos de tu entereza ante el dolor y quiero que seas el santo y seña de tantas cruces personales como son, las mujeres que sufren maltrato, las que ven a sus hijos atrapados en la droga, la agonía de muchas familias por la falta de trabajo, la de tantos y tantos hogares donde no tienen recursos ni tan siquiera para hacer frente a las necesidades más imprescindibles. Y tantas y tantas cruces más ante las que los hombres y mujeres de nuestro Jaén contienen el llanto como tú lo haces.

Al igual que va Ella tras los pasos de Jesús, debemos seguir nosotros también sus pasos todos los días, ya que continuamente nos está manifestando la grandeza de su amor e invitando a toda la humanidad como cuando dijo “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mt 16.24) “.

LA CRUZ

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecador,

                           es justa e ilumina, la senda de la vida y de la muerte,

                                   del hombre que en la fe lucha y camina.

Nos dice San Juan de la Cruz que el que no quiere tomar la cruz de Cristo, no quiere la gloria de Cristo. Tomar la cruz, es optar por el amor y la vida, y os digo, ¿por qué desperdiciar esta oportunidad tan grande de seguir a Jesús?, ayudémosle a llevar tan pesada carga, para parecernos más y ser semejantes a Él, porque la cruz, o es expresión de amor profundo, o no es nada. La Cruz con fe, no oprime a quien la lleva, sino que levanta al mundo, y así, el árbol de la muerte se transforma en árbol de vida. Aceptar la cruz de Cristo es seguirlo, es dar testimonio de vida y esperanza a los demás. Porque esperanza es también el instinto que nos lleva a seguir aguardando la llegada del final deseado, y nos hace ver la luz al final de la larga oscuridad del túnel.

Pero no hay que ser hipócrita, se mire como se mire, la Cruz nunca viene bien. Todos tenemos nuestras exigencias particulares, y por el contrario la Cruz desgarra, magulla, araña, aplasta, doblega, humilla, hunde…. Por ello, seamos sinceros, una Cruz nunca es bien aceptada. Pero, no se puede elegir, si te llega es que es para ti. La Cruz te viene encima en el momento menos esperado, (una enfermedad grave, una minusvalía, un fallecimiento, son situaciones muy dolorosas, son cruces pesadas), ¿pero acaso no son también cruces menores para quien las sufre?, (una pequeña dolencia, una frase hiriente, una calumnia, una incomprensión, un falso testimonio, una desilusión, un engaño cobarde y miserable, un golpe traicionero, la envidia, el dolor, el paro, la desesperanza, la marginación, la soledad.)….,Por ello, nunca, nunca hay que tener dudas, esa es tu Cruz, es para ti, y aunque tengas los lógicos temores y recelos, aunque estés a oscuras, abrázala y cárgala con todo el cariño que puedas y que tus fuerzas te permitan. Porque una cruz no es aquello que limita la vida, que solamente hace sufrir y dificulta el andar, no. Si escuchas a tu corazón, Jesús te sigue diciendo “sígueme, y la fe te ratificará, no te hundas, muévete, no te pares, continúa, sigue mis pasos, despeja tus temores y te sentirás aliviado, pues encontrarás en mí, el consuelo, la fuerza y la esperanza”.

Si la ves demasiado pesada, es que Dios quiere que busques ayuda para llevarla, mira a tu alrededor, seguro que encontraras personas que estén dispuestas a acompañarte. Y si por el contrario, la ves ligera, es porque El quiere que seas Cirineo y así ayudar a otro hermano a llevar la suya. Por ello, sal al encuentro de los demás, comparte su dolor y encontrarás consuelo para el tuyo. Entrégale a Dios tu espíritu para que lo reconforte, ya que todos tenemos necesidad de amistad, consuelo y ternura. Asume el dolor, el fracaso, el abandono, el vacío, la injusticia y la desesperación,…como única vía. Porque la fe cristiana siempre une dos estaciones, y de la tristeza del Calvario y lo que significa el paso por el Sepulcro, que es sólo un tránsito, se llega necesaria e irremediablemente a la alegría de la esperada Resurrección…, y del dolor profundo del Viernes Santo pasamos a la inmensa alegría de la mañana de Pascua, disipando todas las tinieblas, incluyendo también los golpes duros de la vida.

No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento. Por ello aprovecha todos los obstáculos para aprender, para engrandecer tu destino. Nunca duermas sin un sueño ni despiertes sin un motivo. Vive por lo que amas y recuerda que un día no se parece a otro. Cada día es una bendición de Dios en el que la luz de la fe ilumina al mundo y la fuerza de tu aliento vital, es tu ayuda para soportar las cruces de tu vida.

Coger la cruz como Cristo lo hizo, significa solidarizarse con muchos crucificados de este mundo, los que sufren violencia, los que son empobrecidos por la sociedad, deshumanizados, ofendidos o privados de sus derechos.

Sufre sin odiar, soporta la cruz sin huir de ella y cárgala con amor, no podemos asistir al drama humano de la Cruz silenciosos e impotentes, porque cada palabra de consuelo y cada gesto de solidaridad pueden hacer mucho bien y con ayuda de la fe, siempre existe una salida digna.

San Pablo dijo: “Dios me libre de gloriarme, si no es en la cruz de de Cristo” por todo ello, las cruces personales brotadas en el seno de una familia, no son símbolo de humillación, derrota y muerte, muy al contrario son signo de vida, ya que Jesús cambia la derrota en victoria, la muerte en vida y la cruz en camino de luz y salvación.

¡Oh Dios! Que no busque yo tanto

Ser consolado como consolar.

Ser comprendido como comprender.

Ser amado como amar.

Porque dando es como se recibe.

Olvidando como se encuentra.

Perdonando como se es perdonado.

Y muriendo como se alcanza la vida eterna.

LA PROCESIÓN

Jesús es condenado a muerte. Dicen las sagradas escrituras, que después de haberse burlado de Jesús, los soldados le quitaron el manto de púrpura que le habían echado encima, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. Al salir encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón y le obligaron a llevar la Cruz. Le seguía una gran muchedumbre, pero las únicas personas que protestaron públicamente fueron las piadosas mujeres, y cuenta la tradición, que fue una de ellas, llamada Verónica, la que abriéndose paso entre la multitud, limpió, llena de piedad, el rostro del Señor con un velo en el que Jesús, dejó grabada su Santa Faz.

Son las dos de la madrugada, y te vemos Verónica con el velo en las manos marchando con el pausado, lento y armonioso caminar de tu grupo de promitentes, esas valientes mujeres que te prestan sus hombros para que inicies el cortejo sagrado y anuncies, mostrándonos, al Hijo de Dios, ese manso cordero abrazado al leño de su pesada Cruz, siguiendo su sendero hasta el final con la clara aceptación del sacrificio y la dulce mansedumbre de su divino rostro. El pueblo sencillo le está esperando y rompe en aplausos cuando adivina su salida en el dintel de la puerta grande del Santuario, esa puerta que tanto trabajo costó conseguir. …Sabe muy bien que nuestra madrugada no es una fiesta a celebrar jocosamente, sino todo lo contrario, una forma de conmemorar con la más profunda religiosidad la pasión de Jesús y los Dolores de su Bendita Madre.

Todos saben que es Dios quien comienza a cruzar la ciudad, desde la particular vía dolorosa de su barrio mercedario que siempre le acoge con cariño y la emoción desbordada en lo más profundo de la noche y en la estrechez de sus calles centenarias. Su pueblo le ofrece constantemente ayuda para que siga avanzando a pesar de las dificultades de sus calles, hasta que llegados a la plaza de Santa María se encuentre con su bendita Madre y una explosión de júbilo nos embargue.

Simón de Cirene, ayudándote a llevar la Cruz y en representación de tus promitentes, te dice, Señor, han venido tus hijos dispersos por otras tierras, en masa acuden a Ti, esos muchos que un día y por distintas circunstancias tuvieron que alejarse y no escatiman esfuerzos para acudir puntualmente a la cita de cada Viernes Santo, por todo ello y como premio a este esfuerzo, debes buscar constantemente a tus Cirineos en tu caminar, y ellos te ayudarán a llevar la Cruz con el mismo cariño que reciben siempre de Ti.

Comienza a romper el día, pronto nos encontramos con la Capilla, que conmemora el descenso de tu bendita madre a esta ciudad, nuestra Basílica de San Ildefonso que alberga en su seno a la Patrona de esta ciudad. Cuánto bullicio y expectación cuando el desfile llega a las calles mas amplias y comerciales, nuestra Carrera, camino obligado hasta tu nuevo hogar, Plaza de San Francisco que es un hervidero por la compañía multitudinaria de todos tus hijos, la recordada calle campanas, cuna de mi infancia y la esplendorosa Plaza de Santa María.

Enfila el cortejo la Carrera de Jesús alejándose de la Catedral, todo el pueblo comienza a sufrir la pena de lo que significa el regreso y se agolpan en los alrededores de tu Santuario para darte el último adiós. Ha sido otro Viernes Santo, otro día de dolor reprimido, de lagrimas y nudo en la garganta, vivido fervorosamente y cómo no, amenizado por los sones de la marcha del inolvidable Maestro Cebrián, y que nuestra querida Banda Municipal ha interpretado sin desfallecer acompañadote durante tantas horas en las que has estado manifestándote y bendiciendo las calles de esta ciudad.

Por cierto: ¿Cómo podemos olvidar tan alegremente que esta banda municipal de Jaén tiene un lazo irrompible contigo el Viernes Santo?.

¿Cómo se puede consentir, como ha ocurrido algunos años, que no te ha acompañado, alegando que no sólo Tú lo mereces?, ¿Quién en base a una tradición de siglos, se atreve a impedirlo?,¿Será por ignorancia?, no es fácil que sea ignorancia, ya que no es válida esta excusa, teniendo al alcance la posibilidad de documentarse.

Por ello, no seamos o mejor aún no pretendamos ser ciegos. Este nexo de unión quedó irremediablemente sellado hace más de cien años, mucho antes que nuestro añorado Emilio Cebrián viniese a Jaén y te compusiera, exclusivamente, a Ti, esta maravillosa partitura. Para entonces, nuestra querida banda municipal, ya seguía tus pasos todos los años y en todas las ocasiones que salías a las calles de nuestra ciudad. Por eso, ¿porqué ahora, tan dados a cargarnos tradiciones ancestrales se pretende romper también esta costumbre?. Nadie está legitimado, en mi modesta opinión, para hacerlo y mucho menos aún, desde que la Corporación Municipal te concedió la Medalla de Oro de esta ciudad.

¿O acaso, alguien se atreve a cuestionar la participación de la Guardia Civil, La Legión, El Ejercito, Los Cuerpos de Policía, la Aviación, la Armada y otras Bandas Municipales, acompañando a las Imágenes de su devoción y que año a año realizan en tantas y tantas ciudades españolas, y siempre en base a una tradición que se ha repetido durante generaciones?. ¿Por qué no tratamos de imponerles a esos colectivos militares y civiles, que para una buena distribución de la justicia sería preciso que cada año, y por turno rotatorio, lo hicieran acompañando a otras Imágenes de la localidad? ¿Quién tendría el valor suficiente para romper estos compromisos?, nadie, y si algún día, y por las circunstancias que sea, se rompieran, que no sería muy extraño, desaparecerán para siempre de nuestras ciudades y no acompañarán a ninguna.

También permanecen ilusionadas y expectantes aguardando tu paso por su convento, nuestras Hermanas Carmelitas Descalzas, las que te adoran y velan continuamente orando por los más necesitados, las cuidadoras imprescindibles del ajuar de tu Iglesia Santuario, ese grupo de generosas y trabajadoras hermanas, que hace un año vieron cumplido su gran anhelo y tuvieron la gran fortuna de que visitases por vez primera su casa y en un rato de fervorosa oración, pudieran transmitirte tantas y tantas cosas como salieron de sus dulces corazones.

Asimismo, dicen las Sagradas Escrituras, que junto a la Cruz de Jesús, estaban su Madre y la hermana de su Madre, María mujer de Cleofás y María Magdalena, además del discípulo amado, y antes de expirar Jesús les dijo: “Mujer ahí tienes a tu hijo”, luego dirigiéndose al discípulo. “ahí tienes a tu Madre”. Por ello llega María, acompañada toda la noche del discípulo fiel San Juan. El discípulo amado de Jesús, patrón de nuestra juventud cofrade, en el que nos tenemos que ver representados todos los cristianos ya que nuestro Maestro le encomendó, aceptarnos y representarnos como nuestro hermano.

Como decía llega María, cansada pero feliz de haber acompañado a su Hijo en el camino del dolor. Feliz de haber remediado tantos dolores y soledades como sufren los que en sus últimos años de vida, son objeto de mofa y no encuentran ni el cariño ni la compañía de aquellos con los que se volcaron en sus años de juventud y madurez o la de los marginados injustamente por la sociedad que los desprecia. La de los enfermos que pasan sus días atados al lecho del dolor, la de los injustamente privados de libertad y la de tantos y tantos como sienten la pena inmensa de la soledad.

Ella ha ido repartiendo sus hermosas flores para que sean compañía de los que se sienten enfermos y solos, auxilio y esperanza para los necesitados, consuelo de los abatidos, mano tendida para los desamparados y rayo de luz para los que viven en tinieblas. Ahora ha de volver a la capilla de su Santuario que durante un año volverá a ser relicario de su Divinidad.

LA COFRADÍA

Y antes de enfilar la recta final de este pregón, me gustaría hacer una mención especial a tres pilares básicos de todas las cofradías, pero refiriéndome especialmente a la nuestra. El primero la Caridad, que mantiene su llama viva durante todo el año, por eso es admirable la labor que presta, desde hace tanto tiempo, este grupo de cofrades que con sus bolsas ayudan a que nuestra Hermandad asista a tantas personas necesitadas y que cada vez en mas número tenemos tan cercanas. Es una labor ignorada por muchos y un trabajo con muchos silencios por aquello de que “una mano no sepa lo que hace la otra”. Pero Jesús, Nuestro Padre Jesús lo sabe todo, y por lo tanto no es necesario citar con detalle lo que en este sentido se realiza.

Me gustaría remarcar nuestro compromiso cofrade con aquellos que mas lo necesitan, aquellos que no son iluminados por el sol de la justicia, y los que viven permanentemente al otro lado de la frontera de la dignidad humana. Hay que alzar la voz y hacer un llamamiento para que el mundo se movilice aun más en el terreno del altruismo y del pensamiento más puramente cristiano.

A los católicos, por compromiso, nos sienta bien la Caridad, pero también convendría que buscásemos la justicia social, que no es lo mismo, aunque tenga mucho que ver. Debemos involucrarnos decididamente en la sociedad para, con la cara erguida, sin avergonzarnos de nada, proclamar a los cuatro vientos nuestro compromiso en base a nuestra fe y devoción por un Dios, tan humano como divino que es faro y guía de nuestras vidas.

Ayudemos también a nuestros hermanos proclamando nuestra fe en Jesús, porque cuando un hombre tiene fe, nunca está solo, y ayudemos a quitarnos tanto Judas de encima, tanto odio escondido y tanto daño encubierto, todo esto también es Caridad.

Cómo no la Juventud, se erige como otro pilar fundamental. Los jóvenes son los que dan luz y vida a nuestra Cofradía augurando un futuro prometedor. Son los llamados a hacerse cargo de la antorcha viva y encendida de la fe que hemos recibido de quienes nos precedieron, para que una vez recogida la sepan trasmitir a futuras generaciones. Nuestra juventud precisa una sólida formación en valores, ya que serán los hombres y mujeres del mañana. Sed responsables pues de vosotros depende el futuro del valioso legado de siglos que se os entregará y que no debéis dejar perder.

Tenéis una gran misión, armonizar el valor de la tradición con la innovación necesaria para una continua adaptación a nuevos tiempos, pero no olvidéis nunca que sin tradición y costumbres, la innovación no puede funcionar. También es necesario que estéis preparados para soportar las críticas de los que buscan la pureza estética y devocional de un ordenado desfile procesional, y sobre todo, debéis saber que ser cofrade es formar parte de la Iglesia y como tal sentiros en todo momento, llevando ese mensaje de esperanza a familiares, amigos, trabajo y a toda la sociedad. Tenéis que dar testimonio valiente de vuestras creencias, con ejemplos de humildad y sencillez. Y como he mencionado fomentar hasta el extremo la formación cofrade.

Y para conseguirlo, el tercer pilar debe de ser la formación, es imprescindible tener un buen programa formativo y una oferta de espacios bien preparados para el silencio y la meditación, debemos conseguir con una iniciativa progresiva que esos momentos de ruido se conviertan en momentos de encuentro con Jesús, tarea harto difícil, pues vienen, venimos, de un mundo lleno de ruidos. Con la formación debemos poco a poco y en base a nuestra experiencia personal, llenar de fe sus corazones, no imponiendo a cualquier precio un código de dogmas sino recuperando y exponiendo lo que sabemos, que Jesús es el Salvador del mundo y así concretar un proyecto de vida cristiana, para que poco a poco el hablar de Dios, se convierta en hablar de situaciones concretas, de personas, de acciones y de vivencias.

Los jóvenes necesitan una Cofradía y una Iglesia en la que sentirse protagonistas participando día a día en su vida interna. Pues el joven que participa en alguna responsabilidad, crece en implicación, se siente útil y valioso. Por todo ello, la Cofradía debe tener un espacio cálido de acogida haciendo posible unas relaciones cercanas, solidarias y fraternas. Nosotros debemos formarles para ello y adaptar su lenguaje joven al ámbito de las celebraciones, inculcándoles siempre lo que significa ser seguidor de Cristo, motivándoles, acompañándoles y no escatimando esfuerzos en esta labor.

EPILOGO

Y ya termino. Señor, Tú sales a las calles para todos, no tengas en cuenta a los que jamás han salido a tu encuentro. A los que jamás se acercan a Ti. No Señor, nunca te vieron y por eso dudan, no tiene otra explicación lógica, ya que si alguna vez se encontraron contigo y siguen sin creer, es porque tienen la enorme desgracia de ser ciegos. Ciegos del cuerpo y ciegos de los ojos del alma que es aún peor.

Señor Cristo bendito, estamos asistiendo a la desaparición progresiva de la Cruz, desaparece de las casas de los vivos y de las tumbas de los muertos y desaparece sobre todo de los corazones de muchas personas. Dicen que sobras en los centros oficiales, que tu presencia molesta en las clases, dicen que han retirado tu Imagen de tantos lugares y que en las aulas se prescinde de Ti, dicen, dicen…. Pero yo te digo, que en casi todos los hogares de esta bendita tierra, en comercios, bares, oficinas y despachos, etc. Todos de un modo u otro cuentan con tu presencia icnográfica, bien en un gran cuadro, un almanaque, cartel, o una simple estampa, porque a pesar de lo que dicen, o hacen algunos, somos una aplastante mayoría los que te llevamos siempre con nosotros. Y aunque exista alguien que quiera hacerte desaparecer, debemos tener en cuenta que nunca ha habido nadie como Tú, haciendo tanto bien a todos. Nunca.

El pregón toca necesariamente a su fin, en pocos días viviremos una nueva madrugada, en la que nuestra ciudad será su templo, con la bóveda inmensa de su cielo, el olor a incienso y el aroma de la flor tras el celestial cortejo y el sonido de la música que acompaña los tronos de nuestras Veneradas Imágenes.

Jesús, tu pueblo enamorado, lo encuentra todo en Ti, y te hace centro de todas sus cosas. Ante Ti, se postra cada día en tu Camarín, donde nunca estás solo, y espera impaciente para que en una nueva madrugada se aceleren los pulsos y los latidos de todos los corazones. Jaén te condecoró con el oro puro de la Medalla de la ciudad significando con ello, el gran amor y la profunda devoción que siente por Ti.

Y yo desde mi atribulada experiencia de dichas, gozos, soledad, silencios y dolor, te digo:

Por cuanto soy

Señor, gracias te doy.

por el milagro de vivir

y por poder ver

en cada nuevo amanecer,

el encantamiento de existir.

Cómo olvidar los días grises

si han sido los que me han traído el brillo del sol.

Cómo olvidar las derrotas

si son las que me han proporcionado las victorias.

Cómo olvidar los errores cometidos

si han sido los que me han dado las lecciones.

Cómo olvidar la soledad

si fue ella la que me hizo conocer a mis verdaderos amigos.

Cómo olvidar las tristezas

si ellas hicieron que en mi todo cambiara.

Cómo olvidar los fracasos

si así aprendí a soñar.

Cómo olvidarte Señor de cielo y tierra

si siempre me sostienes como un Padre.

Por todo ello:

Gracias Señor por todo lo que me has dado,

salud, felicidad y prosperidad.

Gracias por las duras lecciones que me han ayudado

a conocerte mejor y conocerme a mí mismo.

Gracias por enseñarme que la cobardía no es paz.

Que no se es feliz sólo por sonreír

Que peor que mentir, es silenciar la verdad.

Gracias por los fracasos vividos,

pues me enseñaron la humildad para así

comprender a los demás y ofrecerles

la ayuda que necesitaban.

Gracias por todas esas ocasiones

que a lo largo de la vida se me presentaron

para cultivar la paciencia, la tolerancia y la esperanza.

Gracias por las oportunidades que aproveché,

las desgracias que evité,

las soluciones que encontré,

los talentos que desarrollé, las victorias

que obtuve y los días maravillosos que he vivido.

Gracias por los padres que conocí,

la gran familia que con tu ayuda forjé y los amigos que encontré.

Todos ellos, han sido abrigo para el frío, Luz para la oscuridad. Refugio para el miedo y Esperanza para la adversidad.

Gracias por la vida, los paisajes que he admirado,

las flores que he contemplado, el sol que me ha calentado,

y el aire que he respirado.

Gracias por que cada vez eres más grande,

velas por mí, me proteges a pesar de mis debilidades,

me amas a pesar de mis defectos y me das

soluciones a pesar de mis obstinaciones.

Gracias Dios mío, por estar siempre conmigo

y haberme dado todo, no me abandones nunca.

Muchas gracias por vuestra atención

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